jueves, diciembre 15, 2005

Tiempo

El tiempo se muere y nadie puede evitarlo. Lo descubrí esta tarde, poco antes de atravezar la avenida, cuando vi un reloj sangrando

-por sus doce horas a eme-

El pobre desvaría, afiebrado, tiene pena de muerte, tiene menos horas y segundos, parece dormido, pero en realidad sólo es su agonía

-que nadie entiende-

Porque a nadie le ocupa el tiempo, ni siquiera a los apurados, a los atrasados, a los impuntuales, para quienes la llegada se hizo más importante que el camino; para ellos, el tiempo es una maldición perpetua

un dictador impúdico
un señor indeseable
una mujer fea

Un despertarse y levantarse con fastidio, sinónimo de obligaciones, de peleas injustas.

Qué diría Einstein si pudiera escribir una elegía a los minutos. Tal vez no diría nada

el tiempo no existe
es una creación colectiva
una ecuación de la puta madre
un recurso político
polifónico
desmesurado
atemporal.

Y no hay remedio, el tiempo pasa...

Así son las horas muertas.